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Domingo, 13 de Abril del 2025

Meditación Reflexiva para Disolver el Ego

Meditación Reflexiva para Disolver el Ego

La meditación reflexiva es una herramienta poderosa para el trabajo interior

A través de ella, accedemos a un estado elevado de conciencia donde es posible observar y disolver los defectos psicológicos que nos alejan de nuestro verdadero Ser.

1. Preparación del estado meditativo

La práctica puede realizarse sentado o acostado, aunque se recomienda la postura sentada para mantener la atención activa.

Comenzamos relajando el cuerpo físico y la mente, respirando profundamente, soltando tensiones y pensamientos dispersos. Este paso es fundamental para alcanzar un estado de quietud interior desde donde podamos observar sin identificarnos con el ego.

2. Reconstrucción de la escena

Desde este estado de conciencia elevada, traemos a la mente una escena —o varias— en las que se haya manifestado el defecto psicológico que deseamos comprender y disolver.

Revivimos la escena, enfocando nuestra atención en el defecto psicológico a disolver. Lo observamos con lucidez, sin justificaciones ni evasivas: cómo se manifiesta, qué lo activa, qué emociones desencadena, qué pensamientos lo sostienen, y cuántas veces ha tomado el control de nuestra vida. Reconocemos el sufrimiento que ha generado en nosotros y en quienes nos rodean. Esta observación es directa y sincera, pero siempre centrada en nuestro propio proceso interior. No juzgamos a otros ni justificamos nuestro ego; el trabajo es con uno mismo, desde la responsabilidad y el anhelo profundo de transformación.

Practicando la meditación reflexiva lograremos iluminar los rincones ocultos de nuestra mente. A través de la comprensión profunda de nuestros propios procesos internos, también se abre la puerta al entendimiento de la psique humana en general. Comenzamos a comprender el porqué de las reacciones y comportamientos de los demás sin juzgarlos, con empatía y claridad. Así, dejamos de ser dominados por el ego y comenzamos a dominarlo conscientemente. Este proceso nos lleva a desarrollar un equilibrio mental y emocional inquebrantable, basado en la sabiduría y la virtud que surgen del trabajo interior verdadero.

3. Petición de disolución y comprensión profunda

A medida que revelamos las raíces de ese defecto, invocamos a nuestra Madre Divina interior —la energía sagrada que habita en lo más profundo de nuestra conciencia— y le pedimos que disuelva ese elemento.

Nos arrepentimos sinceramente de haberlo creado, reconociendo el sufrimiento que ha causado y el error en el que hemos vivido. Desde este acto íntimo de humildad, comienza a nacer una comprensión profunda. La escena se ilumina con nueva sabiduría, y accedemos a niveles más sutiles del subconsciente.

4. Liberación del alma

Al disolver ese defecto, se libera una energía y la virtud atrapada en él. Surge espontáneamente una cualidad superior: paciencia, humildad, amor, verdad, comprensión...

Así, el alma recupera parte de su libertad y pureza original. Y lo más importante: ese ego no vuelve a dominarnos, porque ha sido comprendido y eliminado desde su raíz.

Esta meditación no es un ejercicio intelectual, sino un acto de transformación interior. Cada práctica es una puerta hacia la liberación del alma y el despertar de nuestra conciencia más pura.

"Conocerse a uno mismo es el comienzo de toda sabiduría." — Aristóteles